martes, 11 de agosto de 2009

Hoy tenemos... empanaditas gestálticas


El otro día le comente a mi hermana que por un momento tuve la intención de hacer unas empanadas con forma de canastita, pero lo pensé mejor y me di cuenta que no tenia sentido. – Hace tiempo que no cocino más que una Sibarita, una milanesa o alguna pasta, pero si requiere doble preparación, léase relleno y cocción o salsa y cocción lo descarto automáticamente.
Mi hermana intentó alentarme hablando del efecto terapéutico de la cocina y yo intenté refutarlo hablando del efecto cenicientico del lavado de platos, cocina y utensilios.
Pero debo estar necesitando terapia porque me encontré 24 horas mas tarde comprando ingredientes para hacer canastitas.

Después de media hora de cola en el súper y a sabiendas de que me esperaba otra media hora de preparación advertí que era lo mismo comprar todo para cocinar que pedir una docena de empanadas calientes en la puerta de mi casa, salvo por el efecto terapéutico claro, que no hay quien te lo quite…
En fin, las preparé, arme el relleno y fueron directo al grill – prender el horno después de dos años seria como una terapia de shock así que decidí empezar con un tratamiento mas suave.
Tuve que sacarlas a medio hacer (base quemada y bordes crudos) porque olvide regular la temperatura y la distribución del calor, me queme al probarlas y en la cocina la niebla era cada vez mas espesa. No las disfrute mucho porque me había quemado mal y solo pude comer el relleno porque la masa estaba un tanto errática.

Con la autoestima un poco baqueteada me fui a lavar los platos esperando no romper nada.

En ese momento entendí la analogía con la terapia: mis emociones desparramadas por la mesada en forma de choclo, champignon, jamón y queso sin entender como llegue a esa situación ni la mas mínima gana de organizarlo y poner todo en su lugar y el grill victorioso y amenazante cual terapeuta con aire de comprenderlo todo cuando vos no la ves ni pasar.

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